Última actualización: 21/02/2019, Dr. Miguel B. Royo Salvador, Numero colegiado 10389. Neurocirujano y Neurólogo.
La columna vertebral se compone de 33 vértebras: 7 vértebras cervicales, 12 vértebras torácicas o dorsales, 5 vértebras lumbares, 5 vértebras sacras y 4 o 5 vértebras coccígeas. Las sacras y las coccígeas forman huesos independientes unidos por una articulación, mientras las otras, exceptuando la primera y la segunda vértebra cervical, están unidas entre sí por discos intervertebrales, articulaciones interaposifarias y ligamentos. Estas uniones permiten una elevada movilidad que hace posible que el ser humano se pueda estirar, agachar y girar.
Las vértebras por delante se apoyan entre sí a sus masas más importantes o cuerpos vertebrales, separados por el disco intervertebral. Por detrás y a cada lado se unen entre sí por unas articulaciones llamadas interapofisarias o facetarias, que dependen de la altura del disco intervertebral para estar cómodas.
Las estructuras que forman la faceta articular son: la cápsula fibrosa, la membrana sinovial, el cartílago hialino y el hueso. Las facetas articulares están inervadas por la división medial del ramo dorsal de las raíces intervertebrales, y cada una recibe la inervación dual de los segmentos adyacentes superior e inferior y del lado contralateral.
Si el disco intervertebral disminuye de altura, la fricción y las limitaciones que provoca entre los huesos degradan excesivamente los cartílagos articulares, además pueden producir una extensión o separación de la cápsula de la articulación facetaria, el que irrita las articulaciones, constituyendo lo que se define como el síndrome facetario o de la faceta articular (SFA).
Cuando las articulaciones interapofisarias se comprimen y se desgastan, el síndrome de las facetas articulares puede causar, principalmente, dolor cervical, dorsal o lumbar. En función de las facetas afectadas, el dolor puede ser unilateral o bilateral.
Aunque el dolor se ubique especialmente en la zona lumbar de la columna vertebral, las molestias pueden expandirse también irradiando hacia las nalgas, la ingle y la parte posterior del muslo, generando lumbago. Puede irradiarse también a todas las extremidades inferiores o incluso a las superiores. De igual modo ocurre en la zona cervical y dorsal irradiándose a las extremidades superiores y región dorsoabdominal, respectivamente.
Otro síntoma que puede aparecer es la pérdida de sensibilidad en las piernas y brazos. La inflamación de las facetas articulares puede también provocar rigidez, dificultad para enderezarse y levantarse de la sedestación.
Por un lado, es típico que el dolor aumente con esfuerzos físicos o cargando objetos pesados, o que se agrave cuando el enfermo está de pie durante mucho tiempo, también con los movimientos de rotación, inclinación o hiperextensión contralateral. Por otro lado, el dolor puede mejorar estando acostados o realizando movimientos de inclinación hacia delante.
La sospecha de un SFA se establece cuando un paciente presenta una cervicobraquialgia, dorsalgia o lumbociática, incluso en reposo, y otros síntomas característicos, con exploraciones neurológica y complementarias negativas, y cuando no aparece ninguna causa que se visualice en la Resonancia Magnética Nuclear (RMN), ni en la Tomografía Computerizada (TAC), ni en el Electromiograma (EMG).
En este caso se procede a una infiltración diagnóstica. Esta prueba se realiza cuando el paciente tiene dolor habitual, con un anestésico local en las inmediaciones del nervio de la articulación interapofisaria que se sospecha que es la responsable del dolor, con la ayuda de un aparato de TV-RX.
Si el dolor mejora con la infiltración, esto indica que se trata de un SFA.
El síndrome de las facetas articulares lumbares es causado principalmente por los cambios degenerativos de las articulaciones vertebrales y los tejidos articulares, como la osteartrosis, la degeneración del cartílago, etc., que tienen lugar con el paso del tiempo en las articulaciones interapofisarias.
Asimismo, el síndrome puede ser debido a alteraciones funcionales de articulación, como el colapso del espacio del disco intervertebral, con o sin hernias discales, bloqueos y restricciones del movimiento.
Finalmente, puede originarse por otras patologías, como hernias o protrusiones discales, quistes, etc.
Pueden ser factores de riesgo para la afectación de las facetas articulares lumbares:
El síndrome de la faceta articular lumbar se puede complicar principalmente por la persistencia de sus síntomas, que cuando no son tratados pueden llegar a ser crónicos, afectando a la calidad de vida del enfermo.
En general, los tratamientos que se pueden indicar para el SFA son los siguientes:
– El tratamiento conservador: puede consistir en varias técnicas, entre las cuales están el reposicionamiento de las articulaciones mediante movilizaciones de la columna vertebral y ejercicios de fisioterapia de flexibilización y fortalecimiento muscular. Si el tratamiento fisioterapéutico no es suficiente, se procede a administrar antiinflamatorios o cortisona.
– En el caso de fracaso de las terapias conservadoras y sólo en casos seleccionados, el tratamiento puede basarse en la infiltración de anestésicos y cortisona en el nivel de las articulaciones afectadas.
– La supresión definitiva de las molestias dolorosas del SFA se consigue realizando una lesión en el nervio de las articulaciones interapofisarias que elimine la transmisión del dolor. Existen varias técnicas, entre las cuales la neurotomía percutánea, que anula las fibras nerviosas sensoriales de la articulación facetaria con una técnica de radiofrecuencia, con cauterización de los filetes nerviosos.
– Según el Filum System®:
El SFA se presenta frecuentemente en pacientes afectos de la Enfermedad del Filum. La fuerza de tracción caudal que genera esta enfermedad, también afecta a las articulaciones interapofisarias vertebrales sobrecargándolas y favoreciendo la aparición de procesos artrósicos. Por esta razón, antes de tratar un SFA realizamos el protocolo diagnóstico del Filum System®, para detectar una posible Enfermedad del Filum que precisaría tratarse antes del SFA.
La técnica de elección de nuestro Servicio, por precisión e inocuidad, es la electrocoagulación con corriente de alta frecuencia, que se aplica con excelentes resultados.
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