Publicado por ICSEB el 27 junio, 2011
Fecha de intervención: febrero 2011
Me llamo Giusy, tengo 34 años y soy de Regio Calabria, mi historia es como muchas otras. Después de un accidente de trafico, aproximadamente hace 10 años, tuve un traumatismo craneal y una fractura vertebral (C6), me operó un neurocirujano italiano muy bueno de forma impecable, con fijación de la fractura con placa en titanio, me dieron el alta sin que yo tuviese daños neurológicos. Sin embargo, después de una temporada de reposo, volví a mis normales actividades cotidianas, es decir también a trabajar. Fue entonces que iniciaron dolores cervicales, cefaleas, hormigueos en las extremidades superiores etc…, estos síntomas, que se manifestaban de forma leve, no me causaron ninguna preocupación, porque por la magnitud de la intervención que había sufrido, eran en la norma también según mi neurocirujano.
Todo cambió después de 10 años. Casi en el Marzo de 2010 los síntomas que tenía desde la época de la intervención aumentaron notablemente en intensidad: los dolores cervicales y los de cabeza eran insoportables, los hormigueos en las extremidades superiores eran ya una obsesión y se habían añadido dolores, también por la noche, por los que dormía muy poco, había perdido fuerza en las manos, tenía calambres al doblar la cabeza o al reírme, cansancio en las extremidades inferiores subiendo escaleras o cuestas, relacionado con la dificultad en la respiración; todo esto me limitaba, y mucho, en la vida de cada día.
Después de una consulta con mi neurocirujano italiano, realicé mi primera resonancia magnética, que evidenció una importante cavidad medular, por la que el neuroradiólogo indicó otra Resonancia con medio de contraste, para descartar que la cavidad siringomiélica fuese de tipo tumoral.
Entonces me dirigí aún más confusa, y más preocupada, a mi médico de cabecera, que basándose a su experiencia anterior (además personal) me diagnosticó un síndrome de Arnold Chiari I.
Ahí empezaban todas mis consultas con famosos especialistas neurocirujanos italianos, que me indicaban una decompresión de la fosa craneal posterior (intervención especialmente invasiva) como única posibilidad de solución a mi enfermedad, desaconsejándome rotundamente seguir el “camino para Barcelona” que sugería mi médico.
Al contrario de todas las indicaciones recibidas en Italia, excepto la de mi médico de familia, envié toda la documentación médica al Instituto Chiari de Barcelona al contacto de Gioia Luè, la cual, después de haber enseñado los informes al Dr. Royo Salvador, me confirmó una cita para visita y intervención de Sección del Filum Terminale, intervención mínimamente invasiva y con riesgos comparables a una banal apendicectomía.
El ocho de febrero de 2011, después de una visita atenta y escrupulosa, el Dr. Royo me operó de Sección quirúrgica del Filum Terminale mediante técnica propia.
La misma noche de la intervención dormí tanto como ya no podía hacían meses. Desde aquella noche volví a encontrar mi tranquilidad.
Todos los síntomas que sufría, simplemente han desaparecido, a parte una ligera (pero muy soportable) molestia en la espalda, debida, según el Dr. Royo, a la readaptación de la columna. Después de un periodo de reposo he vuelto a mi vida cotidiana y al trabajo.
Espero que mi testimonio pueda aclarar y despejar las ideas de quienes lo necesiten para enfrentarse al síndrome de Arnold Chiari I.
Quiero dar las gracias con cariño y inmensa estima a todo el equipo del “Institut Chiari & Siringomielia & Escoliosis de Barcelona” en las personas del Dr. Royo Salvador y de Gioia Luè, pero también y sobre todo a mi médico que me ha ayudado a tomar el camino correcto para solucionar mi problema.
Regio Calabria 21/06/2011
Giusy
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