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Roberto R. Escoliosis idiopática, Síndrome de tracción medular, Arnold Chiari I, Siringomielia, Discopatías Cervical y Lumbar

Publicado por el 18 octubre, 2011


Fecha de intervención: julio 2010

italia

Me llamo Roberto, tengo 44 años y vivo cerca de Milán. Después de un año desde la intervención de sección del filum terminale, voy a resumir mi experiencia personal.

Hasta los 43 años mi vida fue absolutamente normal, sin sufrir, afortunadamente, ningún trastorno trascendente. Al contrario, puedo afirmar que hasta los 38 años, desde el punto de vista deportivo, mi vida fue “sobresaliente”, en cuanto practiqué diversos deportes desde joven, y con modalidades agonistas, entre los que esquí, tenis, carrera de velocidad, y, en los últimos quince años especialmente, mucho windsurf. Luego con el nacimiento de mis dos hijos en un corto plazo de tiempo llegué a ser más sedentario.

El buen estado de salud que siempre me acompañó, desdichadamente cambió en 2010. Antes, durante el invierno, ocasionalmente (habrá pasado 3 o 4 veces en total en un par de meses) noté leves descargas eléctricas en el antebrazo izquierdo, a causa de golpes de tos (la clásica sensación que se nota cuando se golpea el codo contra una esquina). Luego un día noté en el mismo brazo una descarga como quemazón, que me dejó la mano entumecida. Aquello me preocupó (asociado con las descargas que ya tenía) y lo referí al médico de cabecera, que me prescribió una RM cervical que evidenció signos de artrosis cervical. Un ortopeda que consulté me sugirió volver a practicar deporte, aconsejando natación y gimnasia. Empecé tranquilamente con la piscina, pero el cuadro no mejoró, al contrario, posteriormente aparecieron también disestesías (en el mismo brazo) y, a finales de mayo de 2010, también dolores en el brazo cuando tosía, y finalmente un acúfeno. Entonces entendí que me pasaba algo malo y volví al médico de cabecera en un estado psicológico muy tenso (estaba estresado y me parecía haber perdido el control sobre mi vida). El médico intentó restarle importancia, pero por suerte sospechó también una hernia
cervical, y me prescribió también una resonancia magnética cervical.
El resultado, desdichadamente, evidenció un cuadro compatible con la malformación de Chiari, un pequeño quiste siringomielico (C7-D2), una discopatía y una leve escoliosis cervical (¡a pesar de todo el deporte que había practicado en mi vida!), y invitaba a extender el control a toda la columna.

Me quedé hecho polvo: el 15 de junio del 2010 es cuando el mundo se me echó encima.

Inicié con documentarme en Internet y en pocos días encontré mucho sobre estas patologías definidas “raras”: asociaciones, centros especializados, técnicas de intervención, blogs, diatribas científicas y “guerras religiosas”, incluso, naturalmente, también las técnicas poco invasivas aportadas por el Institut Chiari de Barcelona. ¡Me quedé confuso! Realicé inmediatamente una primera consulta con un neurocirujano residente en mi misma ciudad, el cual, mirando los resultados de la resonancia y haciendo unas preguntas (sin visitarme) concluyo que, como en mi vida no había sufrido de dolores de cabeza, vértigos, dificultad en la deglución etc., probablemente era asintomático. Reservé enseguida una resonancia completa y una cita con un neurocirujano de renombre especializado en este tipo de patologías. En el mimo tiempo, contacté también con algunos pacientes operados en Barcelona (muchas gracias a Cristina, Rita y al Dr. Crocè) que intentaron tranquilizarme, una conocida asociación italiana y finalmente llamé al mismo Institut Chiari, donde tomé enseguida una cita para el mes de julio (a pesar de no tener la real intención de operarme, porque mis molestias eran leves).

Llegué a Barcelona (todavía confuso) con el siguiente cuadro síntomatologico: sensaciones molestas en el brazo izquierdo (parestesias), acúfenos en el oído izquierdo y sensación “extraña” de cansancio mental y a veces físico. El Dr Royo, después de una visita atenta, evidenció que a ese cuadro se añadía también la alteración de unos reflejos, la úvula desviada y una disminución de la fuerza en el brazo, y aconsejó la operación para evitar un empeoramiento de la sintomatología y detener la evolución de la patología. Las pruebas posteriores (resonancia y radiografía completas de columna y cráneo), por suerte no demostraban nada más de lo que ya se había evidenciado con la primera RM cervical (a
parte una discopatía lumbar de la que ya sabía cuando tenía 20 años).
El día siguiente tomé la decisión (muy agobiado, considerado el corto plazo en el que todo se había desarrollado) de someterme a la intervención de sección del filum terminale, con el apoyo de mi familia, a la que lo agradezco de corazón.

Me operaron el 15 de julio del 2010; la intervención resultó volví en Milán. El Dr. Royo realmente se demostró a la altura de los excelentes comentarios que había leído en los diferentes testimonios, por su humanidad como por su personalidad. A él, como a la psicóloga Gioia Luè y a todo el equipo debo agradecerles mucho.

Después de la intervención, mejoró enseguida mi cuadro general de reflejos, y la úvula volvió a estar centrada. Personalmente me encontré mejor y animado.

En Septiembre volví en Barcelona por la primera visita de control, en la que destacó un aumento de la fuerza y una mejoría general. Pero personalmente todavía tenía unas molestias en el brazo y el acúfeno, aunque notaba cambios respeto a antes de la operación.

En los meses posteriores empecé a hacer deporte escogiendo natación. Después de unos meses pasé un periodo difícil del punto de vista psicológico (que por cierto me adelantaron como posible efecto post-intervención).

Al cabo de seis mepecé a tener una mejorías: las parestesias y el acúfeno disminuyan en intensidad, además podía hacer actividad deportiva (natación) de forma más efectiva. Empecé a entrenarme con regularidad y como debidentando progresivamente los esfuerzos, y me encontré cada vez mejor.

Ahora ha pasado un año: he realizado una primera resonancia de control que evidencia una disminución de la cavidad siringomiélica; el cuadro de síntomas ha mejorado aún más y he recuperado un estilo de vida de deportista. En el segundo control en Barcelona, el Dr. Royo ha encontrado y evidenciado otras mejoras entre las que la de la escoliosis cervical.

En conclusión estoy muy satisfecho por la decisión que tomé repentinamente y aconsejo a cualquiera esté afecto de estas patologías a realizar por lo menos una visita en Barcelona, para luego decidirse.

 
 

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