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Marialuisa Tripodi. Escoliosis Idiopática, Síndrome de Tracción Medular, Síndrome de Arnold Chiari I y Siringomielia

Publicado por el 10 abril, 2012


Maria_Luisa_Tripodi
Fecha de intervención: noviembre 2011

Me llamo Marialuisa Tripodi, tengo 47 años, en 2005 descubrí ser afecta de siringomielia con Síndrome de Arnold Chiari, pero mis problemas nacieron mucho antes…

Ya después de mi segundo embarazo, o sea en 1993, empecé a sufrir raros trastornos: frecuentes aftas en la cavidad oral, largas temporadas en las que el cansancio era tanto que me quitaba todas las ganas de cualquier cosa, y me apareció un hinchazón a nivel del coxis. Pasaban los años y el cansancio crónico aumentaba, los ratos pasados en el sofá se hicieron cada vez más largos, tanto que los amigos me tomaban el pelo diciéndome que era una gandula crónica.

Posteriormente las cefaleas de las que sufría con bastante frecuencia desde la adolescencia aumentaron, acompañándose con dolores agudos en la cervical.

Empecé a hacer fisioterapia, pero extrañamente, durante los tratamientos, en cambio de mejorar iba empeorando; mi rehabilitadora, profesional muy atenta, interrumpió los tratamientos y me pidió someterme a una resonancia magnética, en cuanto mis reacciones a la fisioterapia no le parecían adecuadas… y así fue como descubrí la origen de mis problemas!

Empecé a visitar diversos neurocirujanos, pero según cada uno de ellos aún era asintomática y por lo tanto no me indicaban proceder a cirugía. En el mismo tiempo mis problemas aumentaban, yo, una persona con un carácter brioso y siempre muy energética, llegué a ser la sombra de mí misma, todo se me hacía pesado, empecé a tener parestesias en las manos y los pies, especialmente en el lado izquierdo, me tropezaba continuamente y cada vez más, mientras comía me atragantaba.

En 2008 me contactó mi médico de familia, pidiéndome si podía confrontarme con el dr. Crocè, su compañero de consulta que había descubierto tener mi misma enfermedad. En aquel encuentro nos dimos cuenta que teníamos un cuadro síntomatologico muy similar.

Después de un tiempo el se sometió a la intervención de Sección de filum terminale del Dr. Royo, con los resultados que pueden leer en su testimonio. Pero yo no me decidía. Mis trastornos aumentaban, empecé a sufrir cólicos intestinales seguidos, aparentemente sin causa, en una visita oftalmológica me diagnosticaron una reducción del campo visual, y me pidieron toda una serie de pruebas con el fin de valorar la existencia de problemas de otro tipo. Todas las pruebas resultaron negativas pero la visión empeoraba. Mi médico de familia, después del resultado positivo de la intervención realizada con el Dr. Crocè, seguía sugiriéndome ir en España, pero yo no me atrevía. A inicio del verano pasado sobrevivía, mi sensación constante era de vivir “arrastrándome”, sufría contracturas crónicas en todo el segmento dorsal y lumbar y las “torturas” que me hacían para aliviar los dolores me daban bienestar solo por unos días. Contacté a otros dos neurocirujanos, no tenía ganas de ir al extranjero ni de operarme en un ambiente extranjero. Aquella vez el veredicto estaba claro, debería someterme con urgencia a la descompresión de las amígdalas cerebelósas, porque mi cuadro clínico había empeorado. Según los dos médicos no había indicación quirúrgica para la sección del filum terminale, y entonces era inútil insistir en eso.

Me desmayé dos veces, y me decidí. Contacté el Institut Chiari y el 14 de Noviembre de 2011 fui en Barcelona.

En primer lugar es mi obligación aclarar que mis temores por un ambiente extranjero se disiparon inmediatamente, todo el equipo del Dr. Royo me puso cómoda enseguida, haciéndome sentir como en casa. El día después me operaron y desde entonces mi vida cambió. Enseguida después de la intervención todos los dolores dorsales y cervicales desaparecieron, por no hablar del cansancio crónico que desde entonces desapareció totalmente. Hoy, al cabo de 5 meses de la intervención, mi vida ha cambiado profundamente, he vuelto a ser la mujer de antes, me parece haber salido de un túnel oscuro y parece que los últimos 8 años de mi vida ya no me pertenezcan. Tengo solamente un remordimiento, él de no haberme operado antes.

Aprovecho la ocasión para dar las gracias al Dr. Royo, en principio por la profunda humanidad que lo caracteriza, además que por la dedicación en el estudio de una enfermedad todavía poco comprendida.

Regio Calabria, 10 de abril de 2012


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