Consúltenos

Basilio Martínez. Síndrome de Arnold Chiari I

Publicado por el 7 junio, 2006


Basilio_martinez
Fecha de intervención: junio 2006

esp

Desde que casi tengo uso de razón, recuerdo sensaciones extrañas y molestas, que el devenir del tiempo dieron “explicación” médica. Así, viene a mi mente el rechazo a los deportes de acción, el mareo en las clases de gimnasia al hacer determinados movimientos, diversas dificultades en los procesos atencionales y de memoria que se hacían más ostensibles en los cambios bruscos de tiempo, en los meses de otoño e invierno y por temporadas, y alguna que otra época o momentos con vivencias de ansiedad no justificada. Mi cabeza hace repaso y comprende que todas estas cosas, y otras muchas más, siempre han estado ahí, y aunque había períodos de cierta mejoría, permanecían como latentes, al acecho, insidiosas, con un “ir y venir”.

Ahora tengo 48 años. Hace unos 3-4 años, junto con esas sensaciones, que fueron acentuándose con los años, empecé a percibir de forma muy evidente un cansancio y agotamiento físico que no se justificaba por las actividades que desarrollaba, una rigidez y molestias acentuadas en mi cuello, hombros y parte baja de la espalda, y una merma de mis capacidades psíquicas, como una especie de “nublo” o merma a la hora de pensar, reflexionar y razonar. Muchas actividades diarias se convertían en una empinada y dura cuesta arriba.

En el verano de 2004, y tras haber sentido de una forma aún más intensa ese cansancio y merma psicofísica “inapropiada”, tuve mi primer síncope, al que siguieron otros más, durante unos seis meses, sin que hubiera ningún hecho vital que lo desencadena. De forma aparentemente caprichosa, se producían en cualquier sitio (un cajero automático, una cafetería, una tienda, al coger la leche de la nevera), y más de una vez recibí un impacto en el suelo al caerme. Comprendí que algunos de ellos se producían (porque me daba tiempo a “percibir”la secuencia a cámara lenta), con determinados movimientos bruscos del cuello, ó andar deprisa, aunque no siempre. Utilicé mi buen dominio de las técnicas de relajación (mental y muscular) y mi “sangre fría”, y conseguí que alguno de ellos quedaran bloqueados y no llegaran hasta el final (no es una experiencia para débiles de corazón). Finalmente, fueron desapareciendo, a la vez que cuidaba también, de forma exquisita, cualquier tipo de movimiento rápido o brusco con mi cuello.

Siendo un profesional de la salud mental, descarté de entrada las explicaciones que me daban diversos colegas (crisis de ansiedad o angustia, trastorno de ansiedad generalizada, etc.). Mi esposa y yo empezamos la búsqueda de una explicación diferencial cardiológica y/o neurológica. Mientras se empezaban a realizar las pruebas diagnosticas al uso en ambas especialidades de forma muy concienzuda, cada vez me encontraba peor, añadiéndose al catálogo de síntomas, la presencia de un “nudo en la garganta” muy molesto, pérdida de audición y presencia de zumbidos y dificultades de acomodación visual en mi ojo derecho. Y si esto no era suficiente, graves alteraciones en el sueño de mantenimiento (que eran muy manifiestas con los meses fríos de invierno). Mientras que los Cardiólogos no encontraron nada relevante (salvo un corazón magnífico desde todos los puntos de vista funcionales y estructurales), los Neurólogos y Traumatólogos señalaron la presencia de un Arnold-Chiari I (hasta la C1), la 5ª vértebra cervical obliterada parcialmente, y signos de escoliosis dorso-lumbar, junto con una protusión discal L5-S1.

Los meses siguientes fueron de un empeoramiento progresivo, con algunos breves períodos de “respiro” sintomático. No se me ofrecía ninguna solución o alivio a corto plazo, salvo el planteamiento “conservador” de esperar a que los síntomas fueran mucho más ostensibles y/o produjeran alteraciones aún más severas para intervenir con la técnica “clásica” en Chiari I. Para mí no era suficiente (quien sufre no puede esperar sufrir cada día más), y entonces encontré en las publicaciones científicas la técnica de la sección del fillum-terminale como una alternativa plausible. Decidí que debería someterme a ella por varios motivos: hay un fundamento empírico, la técnica es simple y con mínimos riesgos, y podía proveer mejoría e incluso freno en la evolución de mi enfermedad.

Han pasado casi dos semanas, y los beneficios son claros y de forma objetiva en diversos aspectos. Por un lado mi visión es ahora mejor, sin ninguna dificultad en la acomodación visual, y sin las sensaciones de presión ocular que ya padecía. Mi audición ha mejorado muy ostensiblemente, discriminando perfectamente cualquier sonido, y han decrecido los “ruidos” molestos (casi inexistentes en el OI, y muy leves y ya no continuos en el OD). Mi columna se mantiene ahora, por tendencia “natural”, en una posición recta en la horizontal y vertical (yo solía andar con hombros ladeados y encorvados), siendo mis movimientos más armoniosos, y prácticamente han desaparecido las molestias que padecía a lo largo de toda la columna. Por otra parte, ha disminuido significativamente la sensación de cansancio físico y pesadez, y mis facultades mentales están significativamente mejor desde todos los puntos de vista (atención, memoria, razonamiento, concentración, etc.). Mi sueño es ahora mucho más reparador, duermo más horas, y de forma más profunda (si bien habrá que esperar al invierno para ver todo el alcance dado que con el frío se acentúan las alteraciones en el mismo).

Hay otros pequeños aspectos (que a su vez, son grandes) que uno comprende, después, que tenían que ver en mi caso con esta enfermedad y que se habían ido perdiendo casi sin darse uno cuenta. He recuperado la “riqueza cromática”, los matices de los colores, las venas de mis ojos que siempre estaban muy rojas se han visto muy aliviadas, e incluso parece ser que ha disminuido mi tensión ocular a límites normales (que estaban descompensados en ambos ojos, y en el derecho saltaba a una zona ya fronteriza con lo elevado). Observo también ahora que mis pupilas son prácticamente del mismo tamaño.

En mi opinión, y al margen de las diversas explicaciones del Chiari I, las consecuentes intervenciones terapéuticas, y las polémicas establecidas al respecto, la sección del fillum terminale puede reportar beneficios inmediatos y debe ser considerada una técnica de primera elección dado por lo demás el mínimo riesgo que conlleva frente a la técnica “clásica”.

 
Basilio Martínez
 
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